Prepárate Hugo Chávez, que llorarás lágrimas de sangre.
Podrá decir misa: con el precio de la canasta venezolana a poco más de cuarenta dólares, como ha estado hoy, cuando el Brent del Mar del Norte mordió los cincuenta dólares, no hay carisma que valga. La revolución bolivariana va palo abajo y el desastre económico y social que se le avecina a Chávez y de paso a todos nosotros es como para coger palco.
Es claro que se puede vivir con el petróleo a siete dólares. Como lo hicieran Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera en sus segundos gobiernos. Pero con el dólar por debajo de cuarenta no se puede comprar bonos de la deuda argentina, ni montar notas estructuradas, ni regalarle dinero a manos llenas a Evo Morales y Daniel Ortega ni muchísimo menos andar regalando refinerías y dándole cien mil barriles diarios a los dictadores cubanos. Peor aún: con el petróleo por los quintos infiernos el dulce encanto del chavismo comienza a agarrar ese aroma a fetidez de los gobiernos podridos. Y generales, almirantes, ministros y magistrados se verán reducidos a la pura ideología: o se vuelven comunistas de cabeza rapada, patria o muerte, o saltan la talanquera. ¿Aguantarán dos pedidas?.
No hay que ser mago ni adivino para asegurar que ni Carlos Kaufmann ni Franklin Durán, ni Antonini Wilson ni Maionica hubieran dado un peso por Hugo Chávez si no hubiera sido por el embriagador atractivo del billete. Tampoco los Kirchner y Lula da Silva se hubieran arrimado al fogón si no hubiera sido por los miles de millones de dólares que le han extraído de los bolsillos al botarate de Miraflores. Bien dice el refrán: billete mata galán.
De modo que las cosas comienzan a ponérsele verdes al mago de Sabaneta. Puede que en estas elecciones la factura no llegue a tanto. Y todavía agarre, manque sea fallo. Pero a mediados del próximo año, cuando maestros y educadores, burócratas y doctores, técnicos y funcionarios comiencen a pedir lo suyo, verá los primeros atisbos del barranco. Cuando no haya dólares para importar leche, huevos, aceite, queso, carne, pollos, azúcar, repuestos y los acreedores hagan cola exigiendo lo suyo. Prepárate Hugo Chávez, que llorarás lágrimas de sangre.
Se acabó lo que se daba. Si hace dos meses me atreví a anticipar unas elecciones con el barril rondando los noventa, y nadie me tomó en serio, hoy me atrevo a anticipar un barril a 30. Y puede que hasta a 20. Para muchísimo antes de lo que nos imaginamos. A Chávez comienza a llevárselo quien lo trajo. Que descanse en paz.
http://www.analitica.com/va/economia/opinion/5201551.asp
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