lunes, 24 de noviembre de 2008

Nota Económica de un Ciudadano


Roberto Simanca

Sin ser economistas asumo el desdén por las cifras e intento comprender la economía, supuestamente, socialista del heredero de Maisanta. Supe por materias cursadas en la universidad, que el subdesarrollo es en gran medida estructural; no obstante, los teóricos de dicha tesis, caso de Teotonio Dos Santos, desde hace décadas vienen replanteando la causal única de dicha problemática. Más allá del imperio norteamericano, la colonización española y demás bucaneros- que casi siempre por aquí llegan- la región latinoamericana no toma vuelo y pasa de la década perdida a la pérdida de décadas. Y si bien los informes señalan crecimiento económico; bien se sabe que éste no es lo mismo que desarrollo económico.

También recuerdo que en economía política, se señalaba que las contradicciones entre capital y trabajo, se definirían una vez que las fuerzas productivas llegarán a su nivel óptimo de tecnologización; seria entonces, cuando las masas tomarían el cielo por asalto, ya que no habría plusvalía que ganar. Viejos teóricos y hoy viejos de edad, como Francisco Mieres, Armando Córdoba, Maza Zavala y el atildado Gastón Parra Luzardo; mareaban con sus cátedras y conferencias magistrales. Aquello de las relaciones económicas sociales de producción lacerantes para las mayorías, llevarían al pozo de la muerte a los Amos del Valle. Los nombrados- la mayoría en el poder- dejaron el discurso catedrático con viso de investigación científica y tomaron por verdadero asalto el directorio del Banco Central de Venezuela, Pdvsa y una que otra división importante, caso del difunto Francisco Mieres. El milagro venezolano, que no alemán, lo aplaudieron: El ingreso petrolero se fue a las nubes, viviríamos otra fiesta; ahora si vendrían las transformaciones estructurales de la economía nacional.

Desde la moribunda constitucional nacional mucho ha sucedido; con aquello del derecho como superestructura de la burguesía, la boliburguesía lleva un Puente Rafael Urdaneta de leyes de todo tipo; donde resalta la perdida de autonomía del banco central, el manejo discrecional de las finanzas públicas, el gigantismo del aparato público; la estatización, que no el empoderamiento popular; la creación no del bloque histórico de Gramsci, sino el bloque económico de los titulados revolucionarios.

El país, por ironía, es una economía de puerto alimentada por el petróleo; el descontrol fiscal es la nota; se asume la solidaridad internacional con cargo al tesoro nacional, mientras el desempleo y subempleo es la nota; el misionismo se estrena definitivamente con carta legal, versión chavista del techo y el zinc de adecos y copeyanos; la mano de obra en gran medida en la informalidad; la inversión reproductiva y tecnológica-científica hacia abajo y la inversión extranjera sólo apunta al sector petrolero y telecomunicaciones; y hasta importación de mano de obra, caso cubana, se tiene. La nación marcha hacia atrás; la realidad que sirvió a la farsa izquierda para que vegetarán en las universidades e institutos como el Ceela y Cendes, resulta que en mano de sus creadores avalan una llamada economía popular; donde lo que resalta es la imitación postmoderna de la encomienda colonial. Entre Amos del Valle y Boliburguesía el país se debate; sin gestión pública asertiva y eficiente muere de nuevo un ánimo de grandeza.

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