Chávez ha venido realizando un sostenido y exitoso esfuerzo para corromper la política interna en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y, ahora, El Salvador.
Joaquín Samayoa
Columnista de LA PRENSA GRÁFICA
jsamayoa@fepade.org.sv
Los camaradas fustigan a la prensa y a cualquiera que haga críticas a Hugo Chávez en el marco de la política electoral de nuestro país. Siempre alegan que no es de eso que deberíamos hablar, sino de nuestros problemas económicos y sociales. Se sienten víctimas de una conspiración mediática.
Hace unos días, el candidato del FMLN dijo, visiblemente exasperado, que él no tenía nada que opinar, que Chávez podía mandarles saludos a los dirigentes del FMLN cuando le diera su real gana. Lo dijo con otras palabras, pero esa era la idea. Y tiene razón. Les puede mandar no solo saludos, sino también abrazos, besitos y cartas de amor; pero si además les manda cien millones de dólares para usar a discreción en el marco de nuestra campaña electoral, pues me perdonan la necedad, pero eso sí nos concierne a los salvadoreños.
Debiera importarle también, con más razón, al candidato presidencial del partido que recibe esas dádivas, pues comprometen seriamente su libertad de pensamiento, de expresión y de acción política.
¡Qué ironías las de la vida! El partido que con tanta ligereza se llena la boca para acusar de vendidos a sus disidentes, se vende sin el más mínimo decoro a los designios de un gobernante extranjero. El partido que tanto ha objetado, algunas veces con razón, cualquier acción gubernamental que implique algún grado de sumisión a los Estados Unidos, está más que dispuesto a entregar nuestra soberanía a cambio de petrodólares y de un lugar destacado para sus dirigentes al lado del líder del neoimperialismo populista latinoamericano.
Chávez ha venido realizando un sostenido y exitoso esfuerzo para corromper la política interna en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y, ahora, El Salvador. Este no es un tema de buenas relaciones personales entre dirigentes políticos salvadoreños y venezolanos. Sobre amistades personales, el candidato Funes tiene todo el derecho a reservarse su opinión. Pero en la estrecha relación que mantiene y cultiva la dirigencia del FMLN con Chávez, hay problemas de fondo sobre los que deben pronunciarse con entera claridad tanto el partido como su candidato presidencial.
¡Qué ironías las de la vida! El FMLN de los años ochenta luchó y asumió el sacrificio de miles de sus combatientes para hacer valer unos principios que ahora abandona con pasmosa facilidad.
Luchó contra el militarismo y ahora se niega a censurar el retorno al militarismo que Chávez está imponiendo. Luchó por la separación de poderes como condición para el desarrollo de la democracia, pero ahora ve con indiferencia, si no con complacencia, cómo Chávez convierte al tribunal electoral, al poder judicial, al poder legislativo y al poder popular en meros apéndices de su presidencia. Luchó por la vigencia de los derechos humanos y ahora calla cuando Chávez persigue y expulsa a los que denuncian en su país las violaciones más gruesas a los derechos civiles y políticos. Luchó por la libertad de expresión y ahora se pone del lado de los que la niegan en Venezuela y Nicaragua.
Dicen que no opinan porque no pueden meterse en los asuntos internos de otro país. ¡Qué conveniente! Pero bien que esa justificación nunca se ha utilizado para dejar de censurar, como siempre es necesario hacerlo, a Pinochet y a otros dictadores del cono sur en décadas pasadas, a los Estados Unidos por la intervención militar en Iraq, y a otros regímenes de derecha que reprimen a sus pueblos o coartan sus libertades.
¿En qué quedamos, entonces? ¿El cambio es solo un cambio de amigos y enemigos? ¿Ya no será amigo Israel sino que Irán? ¿Ya no mandaremos tropas a Iraq sino a cualquier lugar donde a Chávez se le antoje intervenir? ¿La compra de voluntades ya no se hará con el dinero de unos países sino con el de otros? ¿En eso consiste el cambio?
Pedirle al FMLN sus valoraciones sobre la Venezuela de Hugo Chávez tiene una gran relevancia, porque muchos de los salvadoreños que están inclinados a votar por el FMLN necesitan saber si eso es lo que propone el FMLN para El Salvador, y en qué medida un eventual gobierno del FMLN se subordinaría, por convicción o por dinero, a los designios de Hugo Chávez.
Si el FMLN y su candidato siguen evadiendo esas molestas preguntas, sea porque esconden algo o porque les falta coraje para distanciarse de Chávez, entonces los votantes podrán concluir que quien calla otorga, y el FMLN podría terminar quedándose, una vez más, solo con su voto duro.
http://www.laprensagrafica.com/opinion/1149584.asp
No hay comentarios:
Publicar un comentario