martes, 28 de octubre de 2008

Llegan a nuestro país presidentes y dictadores

La nota del día
LPG

No debemos ser corifeos de maniobras contra la gente ni prestarnos a las farsas que hoy en día pesan como inmensas rocas sobre pueblos indefensos

Presidentes y dictadores se reunirán esta semana en San Salvador para tratar temas hemisféricos y en particular los relacionados con la juventud y la niñez, "cumbre" en la que varios de los asistentes carecen de las cualificaciones éticas para proponer compromisos con los que las personas sensatas pueden identificarse. Una cumbre en la que participan regímenes que atropellan libertades básicas, que montan farsas electorales, que maquinan legislaciones para perpetuarse en el poder y que en sus países han ido desmantelando el Orden de Derecho, no tiene voz alguna para definir rumbos o sentar agendas para nuestros pueblos.

Las "cumbres" se han transformado en tribunas para despotricar, acusar y subvertir las democracias bajo acoso. El concepto mismo de democracia se manosea al capricho y se llega al extremo de que bandas de delincuentes con ropaje político ofrecen democratizar nuestras sociedades a través de lo que llaman empoderamientos del pueblo, equivalentes a los soviets estalinistas. Esta clase de repugnantes estructuras se han venido implantando en Venezuela y Nicaragua, y están programadas para Bolivia y Ecuador.

Hay precisas definiciones de lo que es el Orden de Derecho, la democracia y lo que se debe comprender como las libertades individuales. En la Carta Democrática firmada bajo los auspicios de la Organización de Estados Americanos en 2001, se establecen los criterios y condiciones que cada Estado debe cumplir para ser clasificado como democrático. Poner gente en cola para votar es necesario pero apenas uno de los requisitos. Al no haber plena libertad de expresión, libertades y garantías individuales, separación de los poderes del Estado, libertad religiosa y lo que en conjunto define a una nación libre bajo el imperio de la ley, no hay democracia. Los estados democráticos se basan en un sistema de pesos y contrapesos institucionales con el específico propósito de impedir el control estatal por un grupo de fuerza o un individuo.

No acuerpemos ataques contra la libertad

Vamos al papel críticamente importante que en una democracia juega la libertad de expresión. Cuando no hay un libre debate, se le esconden a la población realidades importantes, se persigue a medios, se obliga a la auto censura, se intimida, encarcela o asesina a informadores y editores, se tiende un manto de silencio y de ignorancia sobre un pueblo. A ello se suma el engaño de la propaganda estridente, como sucede actualmente en Rusia y en otros países. Los pobladores no votan, sino que marcan papeletas movidos por el miedo, cegados por la ignorancia o fanatizados por la propaganda. En tales circunstancias hablar de democracia es una sangrienta burla a propios, a vecinos y a extraños.

Como lo establece la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, ningún plebiscito, parlamento, decisión popular o administrativa puede pasar por encima de libertades y derechos esenciales, lo contrario de lo que ahora sucede en un número de países que serán actores en la próxima cumbre. Lo que toca a los salvadoreños y a su gobierno es cumplir como civilizados anfitriones, oír mucho y defender los principios y libertades en los cuales se sostiene nuestra Nación. No debemos ser corifeos de maniobras contra la gente ni prestarnos a las farsas que hoy en día pesan como inmensas rocas sobre pueblos indefensos. La libertad, la justicia y el futuro no están a la venta por petrodólares y drogadólares.

http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=6342&idArt=2963077

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